lunes, 22 de septiembre de 2014

Tío Román, ruido del tren...

Poco a poco fueron bajando del tren, bajaron los abuelos primero y por último el tío Pedro quien cargaba en sus brazos una caja de madera. Cada mañana salíamos corriendo de entre los árboles cuando escuchábamos el silbato del tren. Nos daba miedo pero nos aguantábamos, apretábamos los ojos y las manos creyendo que así nos protegeríamos del monstruo que se acercaba. Confieso que mis ojos nunca se cerraban del todo, por el contrario quería acercarme más y tocar el ruido que el tren hacía. Luego mi abuelo dijo que el ruido no se puede tocar. Que solo se mete en el cuerpo, entre los huesos, por la sangre, por los oídos. Casi nunca venía nadie al pueblo, toda la gente iba de paso y sacaba las manos por las ventanillas para decirnos adiós.
Ese día el tren se retrasó un poco, Luis y yo nos sentábamos atrás del portal para la hora que se quisiera aparecer, y al fin ahí estaba, esperábamos a mis abuelos, que habían ido a la ciudad a visitar a los tíos , que se habían ido hace muchos años, cansados de la resequedad de la tierra y las lluvias , del polvo; -aquí ya no hay nada, dice mi mamá que dijeron el día que salieron de la casa, ella siempre los ha extrañado, pero mi abuelo mucho mas, mis tíos desde allá, cada mes mandaban cartas, y alguna que otra foto por eso los conozco bien.
Mi abuelo me dijo que me iba a traer una caja de chocolates y a mi papá; bolsas de café. No nos trajeron nada, ni siquiera pude preguntar, no sabía que les pasaba…deberían estar contentos porque mi tío Pedro vino a dejarlos, en cambio oía a mi mamá y a mi abuela llorar quedito ahí en la cocina.

Mi tío dejó sus cosas ahí en el granero, nomàs  trae una bolsa de hule y la caja,  yo quería saber que era; me imaginaba, no sé, una acordeón, un tambor, o ya aunque fuera un tocacintas. Me puse atrás de la ventana, y escuché todo lo que había pasado, siempre he sido muy curioso o más bien nunca me quedo con la duda, y así sin que me vieran fui otra vez al granero y destape la caja…ya mero se me salía el corazón y hasta las tripas de la impresión; era mi tío Román, bueno…su cabeza, mi tío Genaro le dio 2 machetazos y se fue lejos. Dicen que cobran mucho por llevar un muerto de un lugar a otro, y más si es en tren, mi abuelo decidió traerse nomás la cabeza, dice que es lo que importa… es la que tiene los recuerdos… las vivencias…¿lo demás?...Quien sabe donde lo dejarían…

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